* CONSUMO OCASIONAL DE COCAÍNA: Consecuencias físicas y psicológicas.

La cocaína es una sustancia cada vez más frecuente entre los jóvenes en España, sobre todo como uso recreativo en el ocio nocturno (Calafat y Fernández, 2001). La forma más habitual de consumo es esnifar clorhidrato de cocaína en polvo (González, 2009). El inicio de su consumo suele ser debido a la invitación e influencia de los iguales, curiosidad o como estrategia de evitación para evadirse de problemas personales (Ortiz et al., 1995).

La cocaína produce dos efectos en el organismo. Por un lado, tiene un efecto anestésico debido a que bloquea los canales de sodio. Por otro lado, genera euforia, ya que aumenta la concentración de dopamina, noradrenalina y serotonina en el sistema nervioso central. Cabe destacar que, se relaciona con el desarrollo de esquizofrenia y psicosis porque estimula los receptores D2 dopaminérgicos (González, 2009). 

Su consumo tiene diferentes efectos en el organismo. A nivel físico, se producen taquicardias, hipertensión, sudoración, dilatación de las pupilas, fiebre, vómitos, aumento de glucemia y de temperatura. A nivel psicológico, se da un aumento de las habilidades y capacidades, hay sensación de euforia, excitabilidad, hipersexualidad, hiperactividad, sociabilidad, ideas paranoides, confusión, disminución del sueño y del apetito y deterioro de la capacidad de juicio (Medranza de Lázaro y Benítez, 2006). 

Es ampliamente sabido que el consumo de cocaína genera dependencia. Tras los efectos estimulantes y placenteros que provoca la droga en el organismo, aparece la fatiga y la disforia. Por tanto, el/la consumidor/a necesita repetir el consumo para volver a experimentar dichos efectos placenteros y reducir la sintomatología ansioso-depresiva relacionada con la abstinencia. Es importante señalar que la dependencia también se da en el consumo ocasional. La tolerancia a la cocaína se desarrolla muy rápidamente, necesitando aumentar la dosis para conseguir el mismo efecto (González, 2009). Cuanto más alta es la dosis, mayor es la abstinencia y, por tanto, mayor es la tendencia a volver a consumir (Medranza de Lázaro y Benítez, 2006). Si no se frena el consumo ocasional, sólo es cuestión de tiempo que se pase a consumir de manera habitual.

Conforme el consumo aumenta, las consecuencias son más graves. Existen complicaciones orgánicas como accidentes cerebrovasculares, convulsiones, cefaleas, agitación, coma, isquemia coronaria, hipertensión, hipotensión, arritmias y muerte súbita (González, 2009). También sociales como conflictos familiares, episodios violentos, fracaso escolar, problemas legales, problemas económicos y accidentes laborales. Las complicaciones psicológicas tras un consumo moderado también son graves. Se da el síndrome de abstinencia, trastornos de concentración y de atención, trastornos del sueño, ideas paranoides, depresión, crisis de ansiedad, pánico, alucinaciones e ideas suicidas (Medranza de Lázaro y Benítez, 2006). 

El consumo de cocaína es peligroso no sólo por sus graves consecuencias en el organismo, sino también por las conductas de riesgo asociadas a él. Una de ellas es la conducción de vehículos bajo los efectos de esta sustancia, aumentado el riesgo de sufrir un accidente. Otra de ellas es el policonsumo, empeorando aún más la salud física y psicológica de la/el consumidor/a (González, 2009).

Por último, cabe señalar que, la cocaína es la droga que más muertes provoca en la sociedad española. La prevención de esta droga es tan importante como su intervención. Las adicciones son reconocidas como una enfermedad crónica donde las recaídas son comunes. En las personas donde su consumo ya ha pasado a ser habitual, es necesario un tratamiento farmacológico y psicológico individualizado para lograr la recuperación de el/la paciente (González et al., 2015).

Referencias

Calafat, A. y Fernández, C. (2001). Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras. Adicciones13(suplemento 2), 123-146.

González, C. (2009). Uso recreativo de la cocaína. De la diversión a la adicción. Offarm, 28(1), 60-66.

González, I., Tumuluru, S., González-Torres, M. A. y Gaviria, M. (2015). Cocaína: una revisión de la adicción y el tratamiento. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 127(35), 555-571. http://dx.doi.org/10.4321/S0211-57352015000300008

Medranza de Lázaro, M. L. y Benítez, M. R. (2006). Consumo de cocaína en jóvenes españoles. Revista de Pediatría de Atención Primaria 3(8), 69-79.

Ortiz, A., Galván, J., Rodríguez, E., Unikel, C., González, L., y Domínguez, M. (1995). Percepción del usuario sobre el consumo de cocaína. Anales del Instituto Mexicano de Psiquiatría, 6, 161-168.

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